El concepto de extimidad
que no es muy conocido, fue creado por Lacan en los años 50, para su obra La ética
del psicoanálisis. Se contrapone al concepto de intimidad, de aquello que es
privado, personal, oculto; aludiendo a que lo interno se encuentra o puede
encontrarse en el exterior. Así, la oposición interior-exterior no tendría
sentido más que en un nivel imaginario. Sería solamente una ilusión.
Esta
reflexión de Lacan es, hoy, más oportuna que nunca. Los nuevos tiempos, las
nuevas tecnologías, entre ellas internet y una de sus variedades, las redes
sociales, han actualizado la idea. Nos expresamos y también nos exponemos a
través de internet y las redes. Y muchas veces lo hacemos con todas nuestras
miserias a cuestas, exhibiendo sin demasiado pudor la intimidad hecha
espectáculo.
Pero
esta exposición pública no siempre es libremente elegida. Pues en muchas
ocasiones, se trata de contenidos dirigidos a unos pocos: a familiares, amigos,
parejas, clientes, proveedores. Negocios, bancos, tiendas, juegos y
entretenimientos; portales de noticias, entre otras muchas opciones que nos
ofrece ese universo misterioso que es la web.
Parece ser que todo lo que hacemos queda registrado y puede ser,
teóricamente, observado. Lo de teórico quedó a un lado con las crudas
revelaciones de Edward Snowden, el espía arrepentido de la NSA (siglas en inglés para designar a la
Agencia de Seguridad Nacional), al develar un gigantesco operativo del gobierno
norteamericano –y no nos engañemos; otros gobiernos hacen, probablemente, lo
mismo– para espiar masivamente a la población mundial, incluyendo a la suya
propia. Con la oportuna y entusiasta colaboración de las empresas que activan
en cada rubro.
Por
cierto, empresas y profesionales vinculados al ámbito de la tecnología, tienen
mucho que decir respecto a esto. La información es un bien valioso en nuestros
días, por distintos motivos, por lo que algunas –bah, muchas– de estas personas
y organizaciones las colectan para venderlas al mejor postor. No son extrañas
las ofertas, vía e-mail y otros conductos, de direcciones de correo. Se ofrecen
estas direcciones en paquetes de miles, para que otra empresa pueda iniciar su
propia y exitosa carrera de spammer.
Así
que nos enfrentamos actualmente al concepto de la extimidad llevado a su máxima
potencia. Todas las conversaciones “secretas”, los intercambios de chismes, las
conversaciones amorosas, las visitas a sitios porno, el trueque confidencial de
informaciones de negocios, los retiros o envíos de dinero, las contraseñas y
documentos mejor guardados, todo, todo, todo… al descubierto.
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