martes, 20 de agosto de 2013

Los chismosos

Andrea y Esteban eran  famosos por ser chismosos de campeonato. Siempre andaban espiando y curioseando todo de todos, y disfrutaban sacando a la luz todo lo que descubrían, que era mucho y normalmente no muy bueno. A menudo les habían explicado la importancia de respetar la intimidad de los demás, pero ellos respondían diciendo "si no tuvieran nada que ocultar, no les importaría. Nosotros no tenemos nada que ocultar, y por eso nos da igual".
Hasta que un pobre brujo con pocos poderes mágicos, se cruzó en su camino. Y después de que le destrozaran uno de sus trucos baratos, decidió vengarse con un extraño conjuro que hizo reir a los niños antes de dejar el lugar.
Sin embargo, al día siguiente, mientras estaban en clase, el altavoz de las emergencias sonó con la voz del brujo:
- ¡Din, don, dinnnn! ¡din, don , dinnnn! ¡Atención! Andrea Márquez piensa que Roberto es un chico muy guapo y le gustaría ser su novia. ¡din, don, dinnnn!
¡Que vergüenza Andrea!; jamás le había dicho nada a nadie y se puso roja como un tomate... Se armó un gran revuelo que cesó cuando poco después volvió el altavoz con sus avisos:
- ¡Atención!, ahora Esteban Mendoza está pensando que Antonio Muñoz es un gorila tonto y gordo, y que si él fuera más grande le daría una buena paliza... ¡din, don din!
Y el pobre Esteban tuvo que salir corriendo y esconderse para evitar que Antonio le diera su merecido...
Y así, durante todo el día, el odioso altavoz no dejó de contar los pensamientos más intimos de los dos chismosos, y cada minuto que pasaba su vergüenza y sus problemas iban en aumento. Hasta que la pareja se plantó delante del altavoz, llorando de ira y de rabia, pidiéndole que dejara de airear sus pensamientos.
- Si no tienen nada que ocultar, no debería importarles - respondió el brujo  al otro lado del altavoz.
- ¡Claro que no tenemos nada que ocultar! - respondieron- ¡pero eso son cosas privadas! - volvieron a protestar.
Entonces se miraron uno al otro, y comprendieron que lo que ellos mismos llevaban haciendo toda la vida era un ejemplo de lo que el brujo les estaba haciendo pasar a través del altavoz. Y tras prometer no volver a cotillear acerca de las cosas privadas de la gente, el brujo anuló el hechizo y se despidió de todos. Y en cada uno de los chicos que lo vivió, el recuerdo de aquella mañana de risa sirvió para que recordaran siempre la importancia de respetar las cosas privadas de cada uno.


Mas sobre la extimidad...

El concepto presentado anteriormente, que es el de la “Extimidad”, aparece primeramente con Lacan “es lo más íntimo justamente es lo que estoy constreñido a no poder reconocer más que fuera”. En el 2001 el psiquiatra Serge Tisseron le otorga un nuevo significado a la palabra, que es la elegida para éste trabajo, donde la extimidad es lo contrario a la intimidad. Es la exposición de los aspectos íntimos de la persona (cuerpo, pensamientos, etc.). El individuo no se muestra para compartir algo con los demás sino que usa a los otros como un espejo para reafirmarse. Por lo tanto dice que esta cultura es de carácter individualista. Creemos que hoy en día la gente tiene la necesidad de exhibirse y de construirse un personaje que sea más aceptado que la persona misma. Basándonos en “La historia de la percepción burguesa” de Lowe, si bien es difícil discernir con exactitud la dinámica perceptiva por estar viviendo en ella, hoy uno de los sentidos predominantes es la vista, por lo tanto los medios elegidos para la manifestación de egos son los visuales/audiovisuales. Algo que tienen de especial estos medios es que muchas veces se presentan como medios objetivos, dan una sensación de eso que veo está ahí y por lo tanto es propicio para que se den fenómenos como la extimidad. Nadie pone en tela de juicio que los personajes que se presenten no existan. Sin embargo hay alguien detrás de esa cámara que resignifica ese pedacito de “realidad” que estamos viendo. Desde la tele, revistas, internet, estamos bombardeados por modelos de vida como si hubiese un mercado de la personalidad implícita. Nuestra sociedad ya no solo consume objetos sino que nosotros mismos nos convertimos en objetos a vender y comprar. Entonces los medios funcionan como vidrieras de individuos que deben mantenerse en el mercado y llevamos sus reglas a la de la vida. Hay un libre mercado de la personalidad. El programa “Gran hermano” lo consideramos como uno de los elementos fundamentales en la construcción de esta sociedad, previo a la masificación de las redes sociales, los participantes se mostraban como individuos interesantes, contando cosas de su vida privada (muchas veces falsas), haciendo amistades que poco tienen que ver con la amistad, que son superficiales. El espectador terminaba frustrado con su propia vida y deseando: “yo quiero ser así”. Cuando realmente no pasaba nada en esa casa. Era una puesta en escena de la vida cotidiana con personajes que se auto construían (o construidos por algún productor) pero que en acción no eran jamás lo que decían, una venta de humo. Con la aparición de Facebook y Twitter se le abrió la posibilidad a todos los consumidores de Gran hermano a ser participantes de un Gran hermano gigante. Zygmunt Bauman en el libro “Vida de consumo” dice: “… Internet abre posibilidades que “la vida real” negaba. La posibilidad de lograr reconocimiento para una identidad sin siquiera adoptarla realmente.” Así tenemos por ejemplo un millón de amigos que en nuestra vida vamos a ver cara a cara. Se construye una vida envidiable, el ego está en todo su esplendor porque el usuario de Facebook/Twitter supone que hay del otro lado alguien que está interesado en su vida. Que seguro, lo hay. Es el espacio del chusmerio de la vida moderna. Los perfiles de las redes sociales son construcciones que nacen y mueren ahí, que fuera del mundo virtual son imposibles de sostener. Alguien puede poner que le gusta un músico x y haberlo escuchado una sola vez, ser fan de un escritor y haber leido algún cuento. O no. Incluso los perfiles muchas veces van acompañados de nicknames que no son inocentes. Barthes habla de los nombres propios -lo dice en relación a la elección de nombres de Proust, pero es aplicable- como “un signo siempre cargado de un espesor pleno de sentido que ningún uso puede reducir, aplastar, contrariamente al nombre común, que no libera sintagmaticamente más que uno de sus sentidos.” Todo el perfil de un usuario está armado de tal forma que produzca en el otro algo, es una personalidad virtual, no real. Bauman sigue “También queda en evidencia la redundancia del “otro” en cualquier rol que no sea el de avalar y aprobar. En el juego identitario de Internet, el “otro” queda reducido a su núcleo duro de instrumentos manipulables para la reconfirmación personal, despojado de todos o casi todos los rasgos irrelevantes para la tarea que todavía se toleran en una interacción offline. (…) La socialización virtual sigue el patrón del marketing, y las herramientas electrónicas de ese tipo de socialización están hechas a la medida de las técnicas de marketing.” Se juega con el deseo del otro, la intimidad está escondida, pero los escondites más ingeniosos son los más expuestos. Las redes sociales muestran la intimidad que quiere ser mostrada y la que los demás quieren ver. El limite de la intimidad es virtual desde el momento en que se sube una foto y esa foto ya no es más tuya pertenece a todos no solo porque todos pueden acceder, también porque realmente el copyright queda anulado. Según Paula Sibilia “En este contexto, irrumpe la "extimidad". Esta especie de neologismo, que foguea la idea de hacer externa la intimidad, parece ser el gran protagonista de la escena contemporánea, acompañado por los diversos modos que asume el "yo". (…) flota en el aire una suerte de "narcisismo exacerbado" –u "ombliguismo"– que deriva en sociedades que privilegian las "apariencias" por sobre las "esencias". De esa manera, el ser y el parecer se confunden.”

La extimidad

El concepto de extimidad que no es muy conocido, fue  creado por Lacan en los años 50, para su obra La ética del psicoanálisis. Se contrapone al concepto de intimidad, de aquello que es privado, personal, oculto; aludiendo a que lo interno se encuentra o puede encontrarse en el exterior. Así, la oposición interior-exterior no tendría sentido más que en un nivel imaginario. Sería solamente una ilusión.
Esta reflexión de Lacan es, hoy, más oportuna que nunca. Los nuevos tiempos, las nuevas tecnologías, entre ellas internet y una de sus variedades, las redes sociales, han actualizado la idea. Nos expresamos y también nos exponemos a través de internet y las redes. Y muchas veces lo hacemos con todas nuestras miserias a cuestas, exhibiendo sin demasiado pudor la intimidad hecha espectáculo.
Pero esta exposición pública no siempre es libremente elegida. Pues en muchas ocasiones, se trata de contenidos dirigidos a unos pocos: a familiares, amigos, parejas, clientes, proveedores. Negocios, bancos, tiendas, juegos y entretenimientos; portales de noticias, entre otras muchas opciones que nos ofrece ese universo misterioso que es la web.
Parece ser que todo lo que hacemos queda registrado y puede ser, teóricamente, observado. Lo de teórico quedó a un lado con las crudas revelaciones de Edward Snowden, el espía arrepentido de la NSA (siglas en inglés para designar a la Agencia de Seguridad Nacional), al develar un gigantesco operativo del gobierno norteamericano –y no nos engañemos; otros gobiernos hacen, probablemente, lo mismo– para espiar masivamente a la población mundial, incluyendo a la suya propia. Con la oportuna y entusiasta colaboración de las empresas que activan en cada rubro.
Por cierto, empresas y profesionales vinculados al ámbito de la tecnología, tienen mucho que decir respecto a esto. La información es un bien valioso en nuestros días, por distintos motivos, por lo que algunas –bah, muchas– de estas personas y organizaciones las colectan para venderlas al mejor postor. No son extrañas las ofertas, vía e-mail y otros conductos, de direcciones de correo. Se ofrecen estas direcciones en paquetes de miles, para que otra empresa pueda iniciar su propia y exitosa carrera de spammer.
Así que nos enfrentamos actualmente al concepto de la extimidad llevado a su máxima potencia. Todas las conversaciones “secretas”, los intercambios de chismes, las conversaciones amorosas, las visitas a sitios porno, el trueque confidencial de informaciones de negocios, los retiros o envíos de dinero, las contraseñas y documentos mejor guardados, todo, todo, todo… al descubierto.



Día a día, en la cabeza de una mujer resuenan las siguientes preguntas: “¿Por qué tengo que sufrir esto? ¿Por qué a mi?" Ser mujer no es nada fácil, es por eso que queremos saber: Si te dieran la oportunidad de elegir algo, como mujer, ¿Qué sería?